MAKARENKO Y P. BLONSKIJ: LA PEDAGOGÍA SOVIÉTICA POS-REVOLUCIONARIA
Lenin y la política escolar soviética:
La sociedad soviética posterior a la revolución de Octubre de 1917 era una sociedad que enfrentaba cambios profundísimos: nada menos que la transformación de una sociedad explotadora al servicio de las clases dominantes en una sociedad comunista al servicio de las clases trabajadoras. Los planteamientos pedagógicos de Lenin, o, mejor, el papel que Lenin asignaba a la educación, solo pueden entenderse desde su postura respecto a la cuestión y el cambio social: muchos eran los marxistas que creían que la evolución hacia la sociedad sin clases se llevaría a cabo mediante la progresiva implantación de la ideología proletaria a partir de las condiciones de existencia del proletariado y que la revolución proletaria vendría a concluir esta evolución.
La educación debe también asegurar, según Lenin, la transmisión de una serie de conocimientos necesarios para la edificación del comunismo: sabemos que es imposible edificar la sociedad comunista sin restaurar la industria y la agricultura, y no en su forma antigua, clara está. Hay que restaurarlas sobre una base moderna, conforme a la última palabra de la ciencia.
Makarenko: una pedagogía bolchevique:
La actividad pedagógica de Anton Semiónovich Makarenko (1888-1939) se diferencia en dos etapas principales: la primera y fundamental la desarrolla a lo largo de dieciséis años como director de dos comunas educativas; El trabajo de Makárenko no fue nunca fácil, no solo por las características de los chicos y chicas (las comunas eran mixtas) con los que trabajo, sino también por las condiciones en que Rusia se encontraba y las dificultades por las que atravesaba: un país devastado, la guerra de intervención extranjera, los dramas de la revolución; niños abandonados, huérfanos, desenraizados; la segunda, hasta su temprana muerte, la dedica a escribir y dar conferencias sobre temas pedagógicos. La de Snyders nos parece una afirmación realmente «alegre»; la de Dietrich, extraña y de dudoso fundamento (ni en las obras de Makarenko ni en el estudio que Dietrich le consagra, aparece por ningún sitio el origen penitenciario de sus ideas).
Una posición pedagógica y un estilo peculiares:
Makarenko sostiene, en efecto, una posición pedagógica llena de originalidad. Y lo hace no por capricho,sino por la falta de validez que para él tenían unas doctrinas pedagógicas que no pasaban de ser, según él lo entendía, exactamente eso: doctrinas. En numerosas ocasiones, Makárenko se queja de no poder contar con técnicas pedagógicas válidas; para él, la literatura pedagógica está llena de hermosas palabras, de pensamientos brillantes («pura charlatanería»), pero vacía de técnicas, de métodos, de instrumentos válidos para su aplicación por un educador cargado de problemas. Hasta tal punto le decepciona la pedagogía, que no duda en afirmar que «los pedagogos no saben absolutamente nada de educación. Makárenko es un educador duro, exigente; en sus colonias no hay lugar para el abandono, la dejadez, los fallos; organiza a plantea una serie de actividades a realizar y exige su cumplimiento satisfactorio.
Educar para el comunismo:
Los objetivos que Makarenko asigna a la educación se asientan, a nuestro juicio, en dos pilares
fundamentales: su confianza en la sociedad soviética y su fe en las posibilidades de la educación.
Makarenko orienta su pedagogía a la formación de hombres capaces, a su vez, de ser también constructores activos del comunismo.
Tal es la confianza de Makárenko en el comunismo, que ve en él no solo la panacea de todos los problemas, sino un antídoto contra los fracasos en general y los educativos en concreto.
Una educación colectivista a través del colectivo:
Makárenko se mostró siempre orgulloso de su colectividad feliz, considero que esa colectividad tenia un potencial educativo y terapéutico profundamente eficaz y como prueba de ella aducía el hecho de que en un solo día pudiesen recoger de la estación a cincuenta nuevos delincuentes enviados a la colonia y olvidarse de ellos al día siguiente, no preocuparse de su comportamiento, seguro de que la colectividad los estaba educando. Makárenko se manifestaba contrario a las «rutas personales» de sus colonos no era por falta de consideración al individuo, sino porque por encima de él estaban siempre las rutas colectivas a las que todo debía subordinarse.
Makárenko intento siempre explotar las posibilidades educativas del trabajo, aunque ello le supusiera en ocasiones nuevos enfrentamientos con los moradores del «Olimpo» pedagógico.
Una rígida «disciplina consciente»:
La disciplina es un objetivo que debe perseguirse desde la más temprana infancia y Makarenko da todo tipo de consejos a los padres sobre como conseguirla; desde la organización de la colectividad familiar hasta el tono de voz empleado por los padres para transmitir sus órdenes, todo debe colaborar en la misma dirección:«en cada familia debe regir un orden tal que sea obligatorio señalar la menor infracción del régimen. Esto se debe cumplir desde la más temprana edad, y cuanto más severos sean los padres en exigir su cumplimiendo, tantas menos infracciones habrá y, en consecuencia, se evitará la necesidad de recurrir a los castigos» . Según nosotros la entendemos, «régimen» y «organización» son prácticamente sinónimos en Makarenko: es la organización de la colectividad educativa, su régimen, lo que da como resultado la disciplina.
P. P. Blonskij: la escuela del trabajo:
La exposición que sigue de las ideas principales de Blonskij (1884-1941) es necesariamente breve. Tal y como lo señalamos más arriba, no hemos tenido acceso a las obras de Blonskij, por lo cual hemos tenido que servirnos del análisis que de sus ideas hace Th. Dietrich. Como hemos tenido ocasión de indicar anteriormente, hay motivos para pensar que la exposición de Dietrich es partidista a favor de Blonskij; a ello, y al hecho de carecer de las obras de este, se debe la brevedad con que será tratado en comparación con Makárenko.
Tras las huellas de Rousseau y Marx:
Blonskij siguió más a menos de cerca los trabajos de los reformistas del oeste europeo. Si el de la formación politécnica es uno de los ejes sobre los que giran los planteamientos de Blonskij, el otro eje procede del movimiento de reforma de la educación al que dedicamos el primer capitulo: el niño debe ser liberado de los obstáculos que suponen unas concepciones educativas hechas a la medida de los adultos; el niño tiene que estar en el centro del trabajo pedagógico y en función del niño deben organizarse todas las tareas en las que él esté implicado. Los esfuerzos de Blonskij se centran en intentar superar el liberalismo burgués de la Escuela Nueva y en dar un contenido marxista a sus principios; el resultado de estos esfuerzos lo constituye la propuesta de un sistema pedagógico y una organización de la enseñanza que se ajustan, como ningún otro, a los principios pedagógicos establecidos por Marx y Engels en sus obras, siempre según la apología de Dietrich.
Principios pedagógicos básicos:
Según Dietrich, de las obras de Blonskij pueden deducirse una serie de principios pedagógicos que están en la base de toda su elaboración.
La bondad de la naturaleza infantil:
Cuando Blonskij sostiene que el niño es naturalmente bueno quiere decir que es, por naturaleza, comunista y que la principal preocupación de la pedagogía debe ser desarrollar esa disposición naturalmente buena, comunista, a través de una educación que permita a los niños construir su propio mundo comunista, sin imposiciones de los adultos. Así lo sostiene Dietrich: «las disposiciones naturalmente buenas de los niños corresponden a la conciencia del hombre de la sociedad sin clases.
Formación politécnica, sociedad nueva:
Siguiendo a Marx, Blonskij quería sustituir la vieja formación ligada a los oficios artesanales por una
moderna formación politécnica, más de acuerdo con los medios posibles en su época. Al integrar, como
juego veremos, la enseñanza con el trabajo industrial productivo, Blonskij intenta unificar la vida activa y la enseñanza, convencido de que a través de esta unificación será posible el aprendizaje tanto de los trabajos productivos como de las bases económicas de la vida.
La desaparición de la escuela:
La escuela y la vida no deben ser extrañas la una a la otra. Si la escuela es el lugar en el que viven y trabajan niños, adolescentes y jóvenes, escuela y vida deben constituir una unidad.
El método de los «complejos»:
Uno de los principios básicos de la ideología pedagógica de Blonskij de evidentes resonancias reformistas es el de considerar que es la vida, y no los libros o los profesores, quien educa. Si esto es así,y corno quiera que la vida se caracteriza por la totalidad y la plenitud, la vida no puede dividirse en apartados ni materias.
Pedagogía del trabajo:
Debemos a Blonskij el proyecto de una pedagogía socialista del trabajo que trata de demostrar y poner de manifiesta cómo el principio de Marx según el cual el germen de la educación futura se halla en el sistema fabril, puede llevarse a la práctica en una «nueva escuela rusa del trabajo».El proceso de formación como tal comienza con el aprendizaje del manejo de una máquina y después quizá de otra; por la observación de los distintos modos de trabajo y la comparación con otros, por el montaje y desmontaje de la máquina, el proceso conduce al conocimiento de los componentes esenciales de esa
máquina a de las máquinas parecidas.
La fabrica como escuela:
La fábrica permite una formación polivalente porque pone a disposición de niños y jóvenes instrumentos que les permiten desarrollarse en todos los terrenos, tanto técnicos, como científicos, tanto sociales, como filosóficos.
Organización de la educación:
El proyecto pedagógico de Blonskij se comprenderá más fácilmente si exponemos las líneas generales de la organización de la educación que él propone.
Blonskij, relegado:
El programa pedagógico de Blonskij no llego a aplicarse nunca. Según la interpretación de Dietrich, si la escuela del trabajo se quedó en un proyecto, ello se debe a que «la historia no está aún suficientemente cerca,de su estadio final para que el sueño pueda hacerse realidad»;127 el hecho de que la historia no evolucionara tal como estaba prefijado científicamente constituida la causa del fracaso del programa de Blonskij. Esto no lo entendieron, a no quisieron hacerlo, los críticos stalinistas, que se limitaron a criticar y relegar a un muy segundo piano todo lo referente a la pedagogía de Blonskij, hasta el punto de haber conseguido hacer de él casi un desconocido. Se puede defender, como la hace Dietrich, que Blonskij fue el primero y el único en intentar llevar a la practica los principios pedagógicos de Marx; se puede, simplemente, pensar que Blonskij fue un gran pedagogo del marxismo; lo que es seguro es que su obra y su nombre no merecen el ostracismo a que han estado condenados: «las críticas soviéticas posteriores a 1923, que presentan la pedagogía de Blonskij como “pequeño-burguesa” y “pseudo-socialista” y a su escuela como “una escuela situada por encima de las clases”, responden directamente al esquema de pensamiento staliniano. La teoría de la“decadencia de la escuela” fue condenada y tachada de liberal».
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